lunes, 10 de diciembre de 2007

EL ALBAÑIL DE OBATALÁ

Ogbeyono era un albañil que había alcanzado merecida fama por la calidad de su trabajo, en el cual ponía toda su dedicación y entusiasmo.

Cuentan que estaba haciendo reparaciones en el palacio de Obatalá, el que todos los días, salía con una jícara y le daba saraecó para que bebiera. Como a Obeyono le repugnaba aquella bebida que con tanto cariño le brindaba Obatalá, se la regalaba a uno de sus ayudantes.

El ayudante cada día iba mejor vestido, hasta que un día le dijo a Obeyono que ya había acumulado bastante dinero como para dejar de trabajar por el resto de sus días.

Intrigado el maestro por la rápida prosperidad de su aprendiz, le preguntó que cómo era posible lo que acababa de oír, pues él, que era un especialista en su profesión, no había podido ni pensar siquiera en dejar el trabajo. Sólo obtenía lo suficiente para comer y vestir de forma modesta.

El aprendiz, oyendo aquello, comenzó a reír y le contestó:

–Pero maestro, ¿cómo es posible? Si usted todos los días me regala una jícara de saraecó llena de joyas, oro y piedras preciosas.
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