domingo, 9 de diciembre de 2007

DE CÓMO LA HIENA LLEGÓ A SER REY DE IGBODO

Ikoriko, La hiena, hijo del adivino del pescado, fue quien se miró con Ifá, y ellos le dijeron que este año su cabeza lo traería a un lugar, donde el encontraría su destino y felicidad.

Ellos le dijeron que tenía que hacer Ebo con: Eku meji, Eja meji, Adie meji, Opolopo Owo.

El oyó lo que se le dijo, hizo el Ebo.

Pasado un tiempo el Rey de las gentes de Igbodo murió, y Olofin, para nombrar un nuevo Rey, decidió celebrar un certamen entre los Babalawos, y metió un pescado dentro de una canasta, y dijo que aquel que recitará los versos de Ifá, y adivinará el rezo, lo que él tenía en la canasta, él lo nombraría Rey de Igbodo.

Todos los Babalawos del reino vinieron y se pusieron a recitar Ifá, sin mencionar la palabra pescado, porque la causa era que ellos no sabían suficientemente acerca de las alternativas de los Igbos.

Pasados unos días, Ikoriko llegó al pueblo donde se celebraba el certamen, y las gentes del lugar lo llamaron a él porque lo vieron con el Ide puesto y creían que el era Babalawo.

Ikoriko les contestó que él no era Awo, y que si él llevaba el Ide puesto era porque el era Awo faka, y les contesto así: la enredadera entra al bosque con firmeza, Ogan se riega larga y fina, por los lados del camino, cuando uno sube la loma, sus hombros se mueven en un ritmo de arriba y de abajo, yo soy el hijo del Adivino Paciente, Adivino de Alapa, sacerdote del pescado.

Al terminar de decir esto, las gentes escucharon la palabra mágica de Pescado, y agarrándolo lo llevaron donde Olofin, y le dijeron que él si sabia de las alternativas de los Igbos ya que cuando estaba recitando mencionó la palabra Pescado, y lo nombraron Rey.

Pasado dos años, cuando la Hiena vino a ser una gran personalidad honorado, todas las hierbas y las chivas del reino empezaron a desaparecer y esto, no era más que una maldad de Eshu, que las cogía y las escondía, ya que la Hiena había hecho Ebo para ganar el título que ostentaba, pero no había hecho ningún otro Ebo para los delgados y hambrientos.

Eshu después de haber escondidos todos los animales y plantas, fue al pueblo y les dijo a las gentes: saben ustedes quien se ha robado los animales y plantas, sabían ustedes que el Rey les ha cogido los animales y las plantas y se los ha comido?

Las gentes del pueblo se reunieron y tomaron la resolución de expulsar al Rey de su trono, y así lo hicieron.

Cuando la Hiena se vio arrojada de su posición, fue a verse con los Babalawos del pueblo, y les preguntó que tenía que hacer para recobrar su puesto nuevamente.

Ellos lo miraron y le dijeron que tenía que hacer Ebo, con: seis pedazos de carne de res, un pote de manteca de corojo y dinero.

Él hizo lo que se le mando, y llevó el Ebo donde los Babalawos le dijeron, lo puso a orillas del río, antes de que saliera el sol, cuando cantaran los gallos, y se sentó a esperar al lado del lindero donde comienza la maleza.

Al romper la luz del día, y cuando las mujeres de Igbodo venían a buscar el agua, al lugar donde Ikoriko puso el Ebo, Eshu cogió las piezas de carne y tiro un pedacito en cada jarra de las mujeres, al momento que Eshu dejo caer pedazos de carne del Ebo, se empezaron a transformar en patas de chivas, y el agua que tenían las mujeres cogidas del río, empezó a transformarse en sangre.

Eshu llamo a la Hiena, y le dijo que las siguiera y arrestara a las mujeres.

Cuando este problema llegó a la corte, Eshu les dijo a las gentes del pueblo: Ustedes han destronado a su Rey, porque él les mataba a sus animales y se los comía, mientras ustedes mismos mandaban a sus esposas, a que trajeran, la misma carne a sus casas. Gústenles o no, esto que voy a decir ahora, ustedes tienen que buscar la forma de nombrarlo nuevamente Rey otra vez,.

Las gentes al oír lo que Eshu decía se reunieron y volvieron a hacer Rey a la Hiena del pueblo de Igbodo.
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