domingo, 9 de diciembre de 2007

Religiones Africanas: El vodú
Escrito por Eshu Omó Iré

El vodú es una de las manifestaciones religiosas trasplantadas al Caribe. Hoy se sabe que desde el siglo XVIII existía organizadamente. Su historia está estrechamente relacionada con el proceso de formación étnica de Haití y se remonta al período de la llegada de los primeros esclavos a la parte occidental de la isla de Santo Domingo bajo dominio francés. En 1789, un informe oficial indica que cada año llegaban, aproximadamente, seis u ocho mil esclavos del Dahomey (actualmente Benin).

La palabra, que se puede escribir de varios modos: vaudou, vaudoux, vodoo, vudú, vodú, es originaria de esta región del oeste africano, donde significa genio, espíritu protector . Este vocablo ha pasado a designar también todo un complejo de creencias y prácticas mágico-religiosas vinculado a la religión dahomeyana. El reconocimiento del culto vodú como una religión se le debe al sabio haitiano Jean Price-Mars, quien apuntó varios elementos que así lo confirman:
.-Admite la creencia en seres espirituales o divinidades que habitan en parte en el universo y en parte, en estrecho contacto con los hombres, cuyas actividades controlan.
.-Tiene un cuerpo sacerdotal organizado jerárquicamente, con su comunidad de creyentes, templos, altares, ceremonias y un cuerpo de tradiciones orales que ha permitido que llegue hasta hoy esta religión.
.-Presenta una teología o sistema de ideas con el cual los descendientes africanos se explicaban los fenómenos naturales.

En la actualidad se practica fundamentalmente en Haití, Santo Domingo y Cuba. Se debe tener en cuenta que a partir del contexto religioso de estos países, el vodú puede variar en algunos de sus elementos, pero siempre ha de mantener su esencia primigenia.

El vodú ha evolucionado y se han entremezclado en él ritos africanos y cristianos. Sin embargo, no es una acumulación de prácticas de diversas procedencias, todo lo contrario, es un sistema religioso organizado con sus propios ritos, símbolos y significación de cada uno de los elementos que lo integran. En esta manifestación religiosa, el creador del mundo es el Bon Dieu, quien está por encima del hombre por lo que éste debe someterse a su voluntad. Sin embargo, no se puede adorar al gran señor, sino a los loas, seres sobrenaturales que, al igual que el hombre, poseen características positivas y negativas. Así, pueden ser desconfiados, lujuriosos, irascibles, beber con exceso, litigar, como también pueden proteger y ayudar a sus servidores. Cada loa tiene su sitio favorito: un árbol, una planta, una fuente, así como su toque específico de tambor, el cual permite que el iniciado realice los movimientos que le correspondan. En la filosofía africana, los loas son fuerzas y durante la posesión el hombre las adquiere, de manera que se revitaliza y entra en conexión con las fuerzas sobrehumanas. Una gran parte de estos seres sobrenaturales es de origen africano. Se clasifican de distintas maneras atendiendo a su oriundez geográfica o tribal. Hay divinidades fon, yorubas o nagos. Otras unen a su categoría, el nombre de su ciudad o patria africana como Ogú Badagri Badagri es una ciudad de Guinea-; Erzili-Freda-Dahomey Freda, ciudad de Whydah.

A veces un loa desconocido se posesiona de un fiel o sacerdote y pasa así a formar parte del culto. Otras, la muerte de un oficiante de renombre transforma a éste en una divinidad: el olimpo vodú con frecuencia es enriquecido. Los sacerdotes o sacerdotisas son llamados hugan o papa-loa y hunsis o mama-loa, respectivamente. La selección de estos oficiantes puede obedecer a diferentes motivos, pero se interpreta, generalmente, como un reclamo del mundo sobrenatural. Fungen como adivinadores, curanderos y dirigentes del ritual. Las ceremonias voduistas se efectúan en los nombrados humfo, cuya extensión varía a partir de los recursos de la sociedad en que se desarrollan estas prácticas. Una de las partes esenciales de estas ceremonias es el vèvè o símbolo que, en forma de un dibujo geométrico, cumple la función de representar, junto a las imágenes y santos, a los diversos loas.

El ritual voduista es sumamente complejo. No existe un estilo único en las prácticas. Por el contrario, cada uno tiene sus propias variantes que expresan las relaciones que se establecen entre el contexto sociocultural en que se desarrolla y la personalidad y el gusto del hugan. No obstante, las ceremonias suelen iniciarse con un efusivo, prolongado y complejo intercambio de saludos donde intervienen gestos, posturas y referencias realizadas por los propios oficiantes y en homenaje a las divinidades, señal que indica el respeto que se les profesa. Un aspecto imprescindible dentro de este ritual es el de los sacrificios o comidas-loa. Tiene como objetivo fundamental fortalecer la divinidad, la que requiere de un sacrificio específico. Pueden ser gallos, cerdos, cabríos o toros. Además debe beber un líquido que, al igual que los animales, tienen que ser de naturaleza sagrada. Su aderezo, así como los utensilios y presentaciones, están determinados por los atributos, carácter y clase de los loas.

Por otra parte, las danzas y los cantos voduistas son significativos a tal punto que se puede decir que es una religión danzada. El baile ritual permite que ciertas fuerzas misteriosas actúen sobre el mundo de los espíritus y divinidades, de manera que sean atraídos. Las danzas son de diversas procedencias y siempre se acompañan con tambores los cuales son considerados como objetos sagrados con determinados poderes . El asoto, particularmente, es el tambor más sagrado del vodú. Los bailes también pueden ser acompañados por cantos que suelen ser cortos e invocan a los loas. En toda ceremonia vodú, se comienza con la invocación a Legba y termina con otra a la divinidad de la muerte guédé.

En el vodú, la posesión y el trance son los elementos esenciales de todo el culto. Mediante éstos, los loas se comunican con sus fieles imprimiéndoles movimientos y actitudes propias de ellos que, en determinados momentos, puede parecer la divinidad, quien luego habla por la boca del poseído. El fenómeno de la posesión está acompañado de un proceso de transformaciones físicas y síquicas que puede manifestarse con variados síntomas en dependencia del loa que encarna al fiel, así como del grado de receptividad del mismo.

La adivinación es un aspecto esencial dentro de esta religión. Los fieles, ante la necesidad de fortalecer y asegurar su condición humana, participan de este rito, tan legendario como el propio hombre. Existen varios métodos para desarrollarlos. En Haití, por ejemplo, puede ser mediante la vía de interrogar a los loas o por medio de conchillas que son montadas durante una ceremonia especial que incluye el sacrificio de un gallo. En Santo Domingo, la adivinación se realiza a través de los luases, quienes ofrecen los vaticinios por medio de los oficiantes. También hay mecanismos como la lectura de la taza, de la ceniza del cigarrillo, de la vela, entre otras, que se utiliza con estos fines. En tanto en Cuba, la adivinación se hace, fundamentalmente, a través de la revelación espontánea y la cartomancia.

Los ritos de iniciación son de gran importancia. Se realizan cuando el hugan aconseja a determinadas personas a realizar la ceremonia para curarse de una enfermedad o para lograr algo deseado. En otros casos, la persona puede ser invocada a través de sueños o visiones. Durante el período de preparación que, a menudo dura algunos meses, el candidato tiene que someterse a una rigurosa disciplina y leyes severas en cuanto a la comida y a la vida sexual. El neófito necesita fuerzas corporales y espirituales para resistir las privaciones, como también buena memoria para aprender el ritual y los cánticos.

En cuanto a los ritos de entierro, suelen ser muy elaborados con el fin de asegurar la supervivencia del alma en el reino de los muertos. Se celebra un velorio en presencia del cadáver y, en ocasiones, se le da de comer al muerto ,colocando el alimento en la tumba. Los voduistas celebran además muchos ritos mágicos según el calendario agrario. Después de las cosechas se les ofrecen los primeros frutos a los loas. En el caso de Haití, en el mes de julio, se celebra la famosa fiesta en honor a la virgen de la Ville Bonheur, donde acuden miles de peregrinos vestidos con el color de la divina protectora.

En la celebración vodú, el primer loa llamado es Legba, quien es el señor de los caminos, el guardián de las cruces y las puertas, el protector del hogar. Según las funciones que desempeña, recibe el nombre de Legba-nnayabe, de las barreras; Legba-calfou, encrucijadas. Antes de iniciar cualquier ceremonia, el sacerdote debe suplicar su ayuda y, por tal motivo, es el primero en recibir y probar las ofrendas hechas a los loas invocados. Su mujer es Ayisan, la diosa de los mercados. Es una de las figuras más importantes en el panteón vodú. Una leyenda dahomeyana relata que Legba es el séptimo hijo y último de Mawu. Esto hizo que Legba quedara fuera del reparto del mundo hecho por su padre entre los demás hijos. Por tal motivo se le encomendó la tarea de visitar todos los reinos bajo el mando de sus hermanos y comunicar lo que en ellos sucedía.

Otra leyenda dahomeyana presenta a Legba, como el artífice de los hechizos y encantamientos. Se cuenta que Legba creó una serpiente y le ordenó morder a todos los compradores y vendedores de los mercados. Cierta vez, la serpiente se mordió así misma y Legba le dijo: Dame algo y te curaré . Con lo que la serpiente le ofreció, compró aceite de palma y agua, que tomó. Un día, alguien señalando a la serpiente, preguntó a Legba Qué es eso que muerde gente? , y éste le respondió: Es magia. Tráeme dos pollos, ochenta cauries y paja, y haré una para ti . Y, de esta manera, Legba empezó a hacer sortilegios para el hombre. Por esta razón, Legba recibe el homenaje de los brujos y preside sus manipulaciones.

El símbolo de Legba vèvè- es la cruz que sólo tiene en común con la cristiana la forma. El trazo vertical significa la calzada que une las alturas con los abismos, la calzada de los loas, el horizontal, el mundo humano-terrestre. Sólo en el cruce del eje humano con el divino se establecen las relaciones con las divinidades. Se le canta con ritmo y danza yanvalou hasta que Legba venga y monte en un danzante. Luego pueden comenzar a venir los otros loas.

A Legba se le representa bajo la forma de un anciano achacoso y harapiento que camina penosamente apoyado en una muleta. Sus colores son el negro y el amarillo y su fiesta se celebra indistintamente el 17 de enero, el 10 de mayo, el 29 de junio, el 4 de noviembre o el 17 de diciembre.

Ayisan es la esposa de Legba. Se trata de una mujer vieja, quien suele encarnarse en una culebra. Como mujer de Legba y la más vieja de las divinidades femeninas, tiene también derecho a ser servida de primera. Su emblema es la palma real, símbolo de la fuerza y la libertad. Se le atribuye el poder de espantar a los malos espíritus.

Damballah es el dios de la fertilidad. Mora en fuentes y pantanos. Su signo es la serpiente y aquel que sea poseído silba y se arrastra como ella. Su nombre está compuesto de Dan o Dangbe , el culto a la serpiente celeste, o sea, del arcoiris y de Allada , nombre del lugar de procedencia del fundador del reino de Dahomey. A causa de esto se ha creído largo tiempo que los haitianos practicaban la ofiolatría, es decir, adoraban a la serpiente. Sus símbolos son la serpiente y el huevo. Su imagen es la de un ser benevolente a quien nadie pregunta o pide algo sin antes conseguir su bendición. Ama el frescor y no acepta que los voduistas invoquen por su intermedio, espíritus capaces de hacer indistintamente el bien y el mal.

Agwé es el señor de los mares. Pescado, barco y remos son sus símbolos y principalmente el lambi (en haitiano oreja ). Él llama a la tormenta y a él se dirige el marinero, cuando necesita vientos. Protege a los marineros y le gustan los cañonazos y el saludo de los barcos. Su color es el azul. Se le ofrece una oveja blanca, pero quienes se la ofrenden, se deben retirar luego rápidamente, pues no le gusta que lo vean comer.

Zaka es el ministro de la agricultura de los loas y, por ende, el auténtico labrador: Avaro, desconfiado, amante de litigios, codicioso y con mal concepto de las ciudades. Quien lo encarna siempre tiene miedo de que le roben. Él lanza el trueno y el relámpago. Vasijas de mimbre son sus símbolos.

Los Ogou, son una familia cuyos miembros son todas deidades herreras y guerreras:
Ogou Ferraille, loa de los ejércitos, patrón de los herreros y protector de los hombres valientes. Su lenguaje es propio de los soldados, brusco, áspero. Toma ron y fuma cigarros.
Ogou Badagri, el dios de la guerra. Es una deidad terrible y violenta que envía sobre los humanos poderosas tempestades.
Ogou Balendijo, es igualmente guerrero. Cuando estalla una guerra enseguida se incorpora para participar en ella.
Ogou Panamá, loa de gran fuerza como guardián de las puertas, recuerda a Legba.
Erzulie-Fréda-Dahomey(Ezili-Fréda), es el loa más popular del panteón voduista. Tiene casi todos los defectos de una mujer bella y corrompida: es coqueta, sensual, amante del adorno y del lucimiento, derrochadora hasta la extravagancia. Sus atributos son artículos de adorno y de aseo; su escudo, un corazón con frecuencia atravesado por una flecha o una espada. Entre sus amantes están Damballah, Agwé y Ogou Badagri.

Loko, es el loa de los árboles. Se le imagina como un viejo grifo simpático y vestido con un uniforme ostentoso. Pertenece a la escolta de Legba y ejerce una gran influencia sobre los curanderos que trabajan con hierbas.

Los loas del grupo guédé son divinidades de muerte, muchas veces graciosos y obscenos. El principal de todos ellos es Baron Samedi, o Baron cimimetière. Su apariencia es de un hombre robusto a pesar de la barba blanca. Es un loa exigente, egoísta y receloso. Los practicantes lo invocan para deshacerse de sus enemigos. Sobre su altar negro hay una cruz de madera de este mismo color, con guarniciones de plata que significa el encuentro de lo visible con lo invisible, la unidad de la vida y la muerte. Otros loas del grupo guédé tienen como símbolos picos, palas, calaveras, huesos cruzados u hojas marchitas.

El vodú es una religión que, en cada una de los lugares donde se practica, ha asumido determinadas particularidades, a partir de la convergencia con otras manifestaciones religiosas de origen africano. Sin embargo, sus cultos, sus ritos y su filosofía, en general, han sido transmitidos de generación en generación con relativa permanencia, de manera que hoy pervive la noción primigenia que, hace más de tres siglos, llegó a tierras caribeñas en la memoria de miles de esclavos.
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